lunes, 10 de septiembre de 2012

Ciclorrutas IV. Valdorba oriental (montes de la Valdorba)

Orísoain, último miércoles de agosto.

Me levanto temprano, y desayuno bien, porque la ruta que tengo pensada hacer hoy me va a costar un rato. Aunque la pereza es inmensa, y sólo las farolas y los tardanos de fiestas de Barásoain se resisten en algún lugar a la boca negra de la noche.

Salgo a las 6:46 de Orísoain, dejándome caer por la carretera (NA-5152), hasta salir a la comarcal (NA-5100). Tras pasar sobre el río Cemboráin, o lo que queda de él, tomo el primer cruce asfaltado a la derecha. Es la pista que comunica Orísoain con Eristain y Solchaga.

Cruzo la carretera (NA-5151), junto al pozo, y sigo por la carretera sin nombre que me llevará a la de Mairaga, al cruce de Olóriz (NA-5010). La sigo dando pedales, pasando por Oricin (7:06) y junto a un campo donde el sonido repetitivo de la bici hace que una familia de jabalíes que desayunaban algo se alejen del borde de la carretera (7:09).

Enseguida llego al cruce de Unzué, rumbo al Carrascal. La peña me mira, erguida entre la oscuridad que antecede al alba, como preguntándome porque dejo la Valdorba; pero no lo hago, luego nos vemos, le contesto... Quito ya las luces de la bicicleta, y me meto en el bosque de la campa (7:13); espero que por aquí no anden ahora muchos jabalíes. Lo que si me sale es un conejo, a toda pastilla en cuanto me acerco (7:14) al salir a la vía de servicio de la autopista. Tras algunos botes alcanzo el cruce con la pista asfaltada de las canteras. Parada técnica (7:19-7:22) para quitarme el chaleco reflectante. Aunque está nublado, habrá luz la próxima vez que pise la carretera.

 


Y ahora empieza lo bueno. Tomo el camino de la pequeña foz de Peñartea (7:27), y doy un buenos días a los soldados que se equipan para su mañana de prácticas en la pared. Pero ni me contestan; me parece que lo último que se esperaban era a un pirado con la bici a esas horas por allí. El ascenso es majo; al principio está bien, pero luego hay algún que otro escalón.

Vuelvo a la Valdorba al entrar en el camino recto que atraviesa el pinar (muga de Unzué) y divisar, ya con la luz del amanecer que dejan pasar las nubes, el perfil de la Peña Unzué (7:40). Aunque recuerdo que había camino por la derecha, decido ir a lo seguro, y me voy por la izquierda, porque sé que aquel ramal enlaza con las pistas que hicieron para sacar leña hace pocos años. Alcanzo el cruce con la pista de gravilla blanca (7:47), que luego pasa a ser una cuesta de cemento.

Llego a Unzué y por un lugareño me entero de que el camino a Echagüe se coge donde las piscinas. Tras una pequeña búsqueda (7:57) lo encuentro por fin (en la calle homónima, claro) y lo sigo. Es la peor parte del camino; si subiendo por Peñartea había escalones, aquí hay que trepar directamente con la bici por algunas piedras. Si no se tiene cierta velocidad y no se abordan los peldaños por el punto más estrecho, podemos caer o deslizar. Menos mal que llego, de una santa vez, a la carretera de Echagüe (NA-5030) y poco después al cruce de la pista del parque eólico (8:11).

Asciendo por la pista de gravilla hasta alcanzar mi referencia particular, B1.12 (8:38). Y sigo y sigo por el parque eólico en una jornada casi perfecta: nublado, calor justo, escasa circulación y naturaleza circundante hermosa. Algún caballo se me queda mirando al pasar, pero no le devuelvo el saludo porque mi pensamiento se bate contra sí mismo en dos debates trascedentales: el primero, es sobre si todos los molinos de torre blanca se llaman BX.X y los azules AX.X o si no tiene nada que ver; el otro es sobre si, en los últimos molinos, cubierto de nubes, me lloverá o no. Ambos serán desvelados más adelante.

Yendo hacia el último tramo de molinos cojo una cuesta recta que ya conocía de otra vez (ver el capítulo II de las ciclorrutas) y viendo que no viene nadie alcanzo el pico de velocidad de la travesía casi sin darme cuenta. Y no lo digo más que para advertir: ojo, aquí toda precaución es poca. Un leñazo bien dado, además de que salvo los de mantenimiento del parque no pasa ni cristo por ahí, puede ser fatal.


Llego por fin al útlimo tramo de molinos (los bautizo como los Molinos Azules, por el color azul de su torre), saco una fotico al valle de Leoz (9:00), me regocijo con la vista y me pongo a almorzar junto al último de los molinos, llamado A4.10 (9:04).


El medio bocata de chorizo y queso me sienta tan bien que estoy a punto de comerme allí mismo el otro medio, pero me contengo, que todavía me queda un trozo. Media botella de agua, y a la bici de nuevo. Me da pena irme, se está a gusto, pero bueno, hay que seguir. Al menos no ha llovido.

Continuo por la pista forestal (9:10) un pequeño tramo. Al salir a la cresta del monte, obtengo una visión espectacular del valle de Ibargoiti, y paro para sacar un par de fotografías de la Higa de Monreal y la Peña Izaga (9:13) con sus sombreros de nubes.


Después de esto, una cuesta abajo y me topo con el cruce (9:15) que me puede llevar a Iracheta (derecha) o a otros desconocidos lugares si tomo la opción B (izquierda). A estas alturas me resulta meridianamente claro elegir. Adjunto imagen del cruce, con mi decisión (delego voto en mi bici).


Por aquí, entre gravilla y una cuesta de cemento al principio, se alcanza fácilmente Iracheta (9:27). Como probablemente parte del pueblo duerma todavía y soy buen ciudadano, me declino por no atravesarlo y bajarme por el camino que me conduce de nuevo a la carretera de Leoz (NA-5100). Remonto la carretera de Sabaiza (NA-5153) hasta llegar al portillo (9:56), de donde cojo la pista de gravilla, de nuevo, que me llevará hacia el parque eólico de la sierra de Guerinda.

Voy yo concentrado en el segundo dilema del día (¿A para azules, B para blancos?), cuando a las 10:00 clavadas me pasa por encima un helicóptero militar tipo Puma o Cougar, viniendo del oeste, dirección Sabaiza. Parece que los soldados se han aburrido de colgarse de la pared, y van a hacer algo más entretenido.

Cuando se va el pajarito, mi atención se centra en la puñetera cuesta de Monte Julio (capítulo III), que esta vez la subo del tirón. Y como sé que no va a haber mayor esfuerzo en todo el recorrido, decido que me he ganado un minipunto y el otro medio bocata, y me paro en una curva (10:20), antes de una bajada suave, y me como el otro medio bocata, y dejo seca la botella. Me queda poco, me digo. Son las 10:29 cuando arranco, siguiendo de lejos al otro ciclista que me ha preguntado al subir la cuesta de Monte Julio por el molino de piedra, y que por fin ha dado la vuelta (ya le he dicho que por ahí no era, pero se le veía con afán exploratorio).

Sigo con mi debate interior sobre el color de los molinos, pero en estas estoy cuando llega a mis oídos el sonido grave y cíclico de ¿una cafetera? ¡No! La mole verde un Chinook (10:32) pasa sobre el bosque en hacia Sabaiza. Más juegos de guerra, o los talibanes han llegado a Sangüesa. En cualquier caso, suena como un tractor Lanz, pero por el aire. Confirmo con pesadumbre cómo la memoria de mi teléfono se ha llenado, y no puedo sacarle una foto.

Y siguiendo por la pista, con todos los molinos saludándome como posesos con sus tres brazos, desciendo por la pista de cemento y llego al Alto Lerga (10:40), curzando la carretera que viene de Pueyo (NA-5110). Y sigo pista adelante, y venga pasar junto a los molinos, la Valdorba a mi derecha, la Ribera -tras Guerinda- a mi izquierda. Hasta que, por tomar una referencia, alcanzo un altico con el señor molino C2.7 presidiendo el lugar (10:47). Y aquí se resuelve el segundo misterio: no, no tiene nada que ver el color de la torre, porque C no sé de que podría ser, de cyan, o de color café, o crema, pero el palo de C2.7 es más blanco que la leche. Como no sea C de cebolla... 

Con el dilema filosófico del día resuelto alcanzo, por la pista de cemento que nace en el Alto de Lerga el molino de piedra (10:50), y vuelve la gravilla blanca a mi vida ciclista. A las 11:00 me percato de que la rueda trasera está un poco baja. Paro un momento a hincharla, temiéndome lo peor. Y continuo un poco, pero me doy cuenta de que sí, está pinchada, con lo que resuelvo parar en el primer molino que pille (11:11). Y le toca a B2.13 (¡13 tenía que ser!).

Y bueno, lo que pasa ahí es un cúmulo de despropósitos: estando ya a la vista de Sánsoain, quito la cámara e intento averiguar el origen del pinchazo. Y no lo veo, por más que lo oigo nítidamente a pesar de pesado del molino, que no para. Y lo siguiente: decido probar la cámara de repuesto antes de colocarla, que tiene algún parche ya. Y resulta que revienta por uno de éstos. Por suerte, más bocata no tendría, pero cámaras de reserva llevo tres. Y menos mal. Entre una cosa y otra, se me hacen las 11:34, con lo que me incorporo rápidamente al... ¿tráfico? Pista adelante, y caminito del monte Guerinda, y del cruce de Sánsoain (11:40), que alcanzo tras una bajada precavida (11:50).

Me tiro carretera abajo (NA-5163) hasta el cruce (11:53) con la de Olleta. Y de ahí (NA-5110) subo un poco, hasta que cojo la pista de cemento que me lleva a Bézquiz, de aquí la pista a la carretera de Amátriain (NA-5161), y de aquí a unos metros la pista asfaltada que me lleva a casa. Llego a la muga de Orísoain (12:16) y de ésta a la Cruz de Ujué (12:18) y de aquí a casa en un periquete (12:20), y al llegar sale el sol.

Y las conclusiones:
Tiempo total: 5h 34min. 
Tiempo de paradas (por almuerzo o reparaciones): 45min. 
Tiempo de marcha: 4h 49min. 
Distancia: 67'48Km. 
Velocidad media: 14'01Km/h. 
Velocidad máxima: 57Km/h. 
Velocidad mínima: 5Km/h (camino pedregal Unzué-Echagüe, cuesta de Monte Julio).

El recorrido está muy bien, ya que circunda la Valdorba por su zona más montañosa. Pero recordad llevar bien de agua, y cámaras de repuesto.

¡Hasta la próxima!